El fiscal general Sandro Abraldes, quien llevó adelante el juicio en el que el ex gobernador José Alperovich fue condenado a 16 años de prisión por abuso sexual, le brindó una entrevista exclusiva al canal televisivo de LA GACETA. Estos son algunos de los conceptos que aportó:
-¿Qué balance hace de la pena?
-Me parece que fue razonable, equilibrada. Era la que nosotros pretendíamos por la cantidad de argumentos. El juez hizo lugar no solo al quantum de pena, sino también a las accesorias que pedimos. Estamos muy conformes.
-Intervino en otro caso que incluya a una persona del poder?
-Sí, me tocó intervenir también en el en el caso de otra personalidad de Tucumán, quien era intendente de Famaillá y diputado, José Orellana (hoy legislador). También tiene una condena no firme, en primera instancia, por abuso sexual de 3 años de prisión e inhabilitación especial perpetua.
-¿Por qué pidió investigar a Beatriz Mirkin y Regino Amado?
-No solo a ellos, sino también a Alperovich. Detecté algunas cosas e hice una denuncia en la Fiscalía de Asignación Temprana contra Alperovich y el ministro Amado para que se averigüe, porque me pareció irregular algo que tenía que ver con el uso de recursos humanos para una finalidad privada, como lo fue una campaña electoral. Es decir, determinar si tenía empleados para su beneficio personal que estaba pagando la administración pública. Eso se asemeja bastante al delito de peculado de servicios. Después hice otra denuncia en la Justicia Federal contra Alperovich y Mirkin porque se daba otra cuestión parecida.
-La actitud de ciertos testigos parece haber sido reticente en varias ocasiones…
-Había episodios de memoria selectiva, de algunas cosas se acordaban mucho y de otras no, y justamente esto tenía que ver cuando al identificar los elementos beneficiaban a una parte y perjudicaban a la otra. Hubo algunos que para mi gusto mintieron descaradamente y que son a los que les pedí la detención en la propia audiencia, pero también quiero destacar que hubo muchos testigos que dijeron la verdad, porque no es que se construyó una evidencia para respaldar la acusación que tuviera que ver exclusivamente con testigos que no decían la verdad, no: hubo muchos que vinieron y con mucho valor dijeron lo que habían vivido, lo que habían visto.
- ¿Qué pasó con los testigos como Juan Manzur y Amado que querían declarar por escrito?
-Pretendían inicialmente hacer uso de una prerrogativa que se establece en los Códigos de que ciertos funcionarios públicos, pueden declarar por escrito. Esto está pensado como una forma de privilegiar la funcionalidad de determinados cuerpos, no es un privilegio personal que se da por ser senador o ministro... En casos así el espíritu de la ley no es que pretendan esconderse atrás de un escrito.
-¿Cree que buscaban evitar una repregunta que pudiera ser fundamental?
-En un juicio oral se mide muchas cosas, no solamente la repregunta, sino que ve cuál es la actitud gestual del testigo, lo que va diciendo, con qué se siente incómodo, qué lo sorprende, qué lo hace titubear… La riqueza de una sala de audiencias es enorme y no queremos perder eso.
-¿Cree que los funcionarios deberían colaborar más con la Justicia?
-En muchísimos lugares de Latinoamérica el funcionario público se llama servidor público. Eso quiere decir que usted está al servicio del interés general, entonces si usted va a usar una prerrogativa con sentido de beneficio de corte netamente individual, eso es incompatible. El juez en eso me siguió, se logró que Manzur declarara por Zoom y, en el caso de Amado, me parece que él entendió un poco la esencia de lo que estábamos planteando y finalmente vino a la sala de audiencias.
La condena a Alperovich: “La sanción de estos crímenes es un mensaje de no impunidad”-Usted planteó que no es solo la palabra de la víctima contra la del denunciado, sino que se van probando las cosas ¿nos explica?
-Antes de empezar a utilizar el criterio de perspectiva de género, siempre estaba la idea de que en un escenario de un ámbito de privacidad, si se produce un hecho delictivo, siempre es la palabra de uno contra la de otro porque no hay testigos. Esto cambió en primer lugar porque hubo un avance tecnológico y hoy tenemos distintas repercusiones en lo tecnológico. A lo mejor usted sale de ahí y manda un WhatsApp, o lo capta una cámara de seguridad, hay exámenes psicológicos, por ejemplo. Hace 20 años eso no había. No estoy hablando de ejemplos de este caso, pero así fue cambiando la visión de los jueces y en la valoración de los fiscales en el sentido de que se meritúa distinto. Cuando una denunciante va y declara testimonial se expone a las penas de falso testimonio, pero el que se está defendiendo no presta juramento: tiene el derecho de mentir y de callarse. Se valora las circunstancias y existen elementos periféricos para poder corroborar la versiones.
-¿Qué sensación le ha quedado después de escuchar el relato de la víctima?
-La de alguien que está diciendo la verdad y que pasó por un proceso tremendo. Y eso después se fue corroborando en la sala de audiencia con las distintas evidencias.
-¿Una causa así no podría haber avanzado en Tucumán?
-No tengo elementos para desconfiar de la Justicia de Tucumán y me parecería muy injusto porque conozco mucha gente del Fuero Penal de Tucumán y son excelentes funcionarios jueces y Fiscales.
-Pidió un resarcimiento, pero no se aclaró el monto ¿por qué?
-Yo no podía cuantificar eso en un alegato y más cuando ella dijo que no quería plata, pero por supuesto que tiene el derecho a un resarcimiento cuando ha sufrido un delito, todos tenemos ese derecho, pero parece que si lo ejerce una mujer es peor… Eso ya lo analizarán ella y sus abogados.
-Aún hay algunos sectores que sostienen que le hicieron “una cama” a Alperovich para sacarle plata ¿por qué?
-Esas teorías de complot no tienen en cuenta los costos que una víctima asume por someterse al proceso penal, no se considera seriamente cuál es el periplo por el que se pasa porque esta vez salió bien, pero hay veces que no se llega a una sentencia de condena, por las razones que fueran, pero además son años de litigio, de exposición, de tener un tema en la cabeza. Años de revictimización.